En el Boletín del Museo Arqueológico Nacional
VI, de 1988, Iwona Modrzewska firmaba un artículo sobre las lucernas
tardoantiguas depositadas en el Museo. Las lucernas son, para entendernos, unos
candiles de mesa empleados en el mundo romano. Sus formas cambiaron con el
tiempo, y en ese artículo la especialista polaca (como su apellido indica, no
es burgalesa) analizaba las que se fabricaron durante la Antigüedad Tardía ,
es decir, del siglo IV en adelante. La
descripción que hace de la lucerna nº 11 de su relación es la siguiente (pág.
39):
“11.- Hayes IB. Núm.
Inv. antiguo 39.380, moderno, 1988/54/3. Probablemente de la colección Aulló,
procedente de Villaricos (prov. Almería) ¿?
L.: 11 cm , diám.: 7,5 cm .
Barro fino, rojo, sin
engobe.
Paralelos: esta pieza
no tiene paralelos cercanos. Sin embargo parece lógico incluirla en la misma
variante que la de núms. 9, 10, 12, 13 decoradas con rosetas. La pieza valorada
aquí se distingue por un rasgo particular: sus hombros están rodeados por la
arista del alto depósito, análogo en su forma a las lucernas de tipo llamado
siciliano.”
El motivo
de traer esta pieza al blog es porque no procede de Almería, sino del norte de
Córdoba. Y hasta sabemos el lugar.
Manuel
Aulló Costilla es de sobra conocido en Villanueva de Córdoba por la plaza de su
nombre entre la calle Pedroche y el Paseo de la Estación. Trabajó ,
por su condición de ingeniero agrónomo, en la década de 1920 en la extinción de
la plaga de larvas de lepidópteros que asolaban el encinar, y en 1925 publicaba
una Memoria de los trabajos realizados en diversas excavaciones arqueológicas.
En la lámina X de esa publicación aparece la misma lucerna que describe Iwona
Modrzewska.
En realidad,
Manuel Aulló era el concesionario de las excavaciones, pero quien las llevó
efectivamente a cabo fue su colaborador Ángel Riesgo Ordóñez, Auxiliar de
Montes (equiparable a un Ingeniero Técnico Agrónomo actual). En los cuadernos
de campo de Riesgo dice que en noviembre de 1924, en la Loma de la Higuera (término de
Montoro), en la “ladera frente a
Valpeñoso, exposición NE, hallé, en una especie de era o suelo empedrado, 1
candil tipo romano. Véase Boletín Junta E. y E. Nº general. 71, Nº 1 de 1924-25,
lámina X”. Así que no tenemos absolutamente ninguna duda para poder afirmar
que la lucerna tardoantigua nº 11 de la serie del Museo Arqueológico Nacional
de Madrid estudiada por Modrzewska fue encontrada en la Loma de la Higuera (Montoro, Córdoba).
Imagen 1: Lucerna de la Loma de la Higuera en la publicación
de Iwona Modrzewska (1988, 40).
Imagen 2: La misma lucerna en la
publicación de Manuel Aulló de 1925 (lámina X).
La
lucerna se adscribe al tipo Hayes IB, que es fechado, genéricamente, entre los
siglos IV y VI. Al principio se consideró que el origen de este tipo de
lucernas era norteafricano, aunque luego se consideró seriamente “que no todas las lucernas cristianas
procederían de África” (Modrzewska, 1988, 32). Eso es lo que parece indicar
ésta, con caracteres que más bien pertenecen a otro tipo, de las lucernas
sicilianas. Podría haber pasado lo mismo que con las placas de cinturón de
origen bizantino: los primeros ejemplares llegados a la Península serían de
importación, pero ante la demanda local algunos talleres locales comenzaron a
fabricar las piezas sobre los modelos foráneos.
El
norte del término municipal de Montoro, donde se encuentra la Loma de la Higuera , es una
prolongación natural de los Pedroches, tanto geográfica como ecológica como
económicamente. Esta porción septentrional (más el término de Cardeña,
desgajado de Montoro en 1930) permaneció casi sin explotar desde la conquista
cristiana en el siglo XIII hasta las desamortizaciones civiles de mediados del
XIX. Fueron los pobladores de los Pedroches, sobre todo los de Villanueva de
Córdoba, la población más cercana, quienes adquirieron gran parte de esas
tierras, poniéndolas en cultivo. Así que aunque el lugar donde apareció la
lucerna tardoantigua pertenezca al término de Montoro la incluimos en este blog
con vocación de historia de los Pedroches. Las divisiones territoriales
administrativas actuales pueden servir para realizar inventarios de un
territorio, pero no como elementos definidores de adscripciones culturales o
históricas.
Ángel
Riesgo descubrió entre 1922 y 1924 en esta zona de la Loma de la Higuera un total de 40
sepulturas, similares a las que vimos en Venta los Locos: una fosa excavada en
el suelo, revestida de lajas verticales y con cubierta de varias losas. Se
agrupaban en diez pequeños grupos familiares. El lugar no estaba aislado, pues
por la Loma de la Higuera transitaba la
calzada romana que comunicaba Epora (Montoro) con Solia (Majadalaiglesia, El
Guijo), camino reutilizado siglos después para comunicar Villanueva de Córdoba
con Montoro. Al igual que en las sepulturas de Venta los Locos, Riesgo encontró
en ellas los mismos objetos: platos de vidrio, ollas, jarros y escudillas de
barro, depositados en su interior con un evidente carácter ritual.
Imagen 3: Depósito ritual de
varias tumbas excavadas por Ángel Riesgo en la Loma de la Higuera , depositadas en el Museo Arqueológico
Nacional de Madrid (fotografías en Vicent, 1999).
Los
especialistas que tratan esta cuestión tienen grandes dudas y divergencias para
explicar por qué se introducían estas piezas en las tumbas. En la basílica de El
Germo (Espiel, Córdoba), también en el norte de la provincia, se halló en su
interior una sepultura intacta con un jarro dentro, luego ese jarro no podía
ser ajeno al cristianismo. En general, se reconoce el carácter cristiano de los
jarros en los enterramientos de la época (tanto en la Península ibérica como
en Italia, Sicilia o el norte de África, fue una costumbre generalizada), pero
las ollas y platos de barro, o los platos de vidrio, presentan muchos más
problemas de interpretación, que algunos atribuyen al paganismo. De todas
formas, hasta finales del siglo VII o comienzos del VIII se mantuvo la
costumbre de depositar ciertos objetos en las sepulturas, hasta que la Iglesia impuso su liturgia
y eliminó esta práctica que tenía un marcado origen pagano. De este modo, la
lucerna que traemos y el resto de objetos encontrados por Riesgo (jarra, olla y
platos) son del mismo periodo, la Antigüedad
Tardía , a grandes rasgos entre los siglos IV y VII.