En el dolmen de Las Agulillas

viernes, 15 de marzo de 2013

LUCERNA TARDOANTIGUA DE LA LOMA DE LA HIGUERA (CÓRDOBA) EN EL MUSEO ARQUEOLÓGICO NACIONAL


       

            En el Boletín del Museo Arqueológico Nacional VI, de 1988, Iwona Modrzewska firmaba un artículo sobre las lucernas tardoantiguas depositadas en el Museo. Las lucernas son, para entendernos, unos candiles de mesa empleados en el mundo romano. Sus formas cambiaron con el tiempo, y en ese artículo la especialista polaca (como su apellido indica, no es burgalesa) analizaba las que se fabricaron durante la Antigüedad Tardía, es decir, del siglo IV en adelante. La descripción que hace de la lucerna nº 11 de su relación es la siguiente (pág. 39):

11.- Hayes IB. Núm. Inv. antiguo 39.380, moderno, 1988/54/3. Probablemente de la colección Aulló, procedente de Villaricos (prov. Almería) ¿?
L.: 11 cm, diám.: 7,5 cm.
Barro fino, rojo, sin engobe.
Paralelos: esta pieza no tiene paralelos cercanos. Sin embargo parece lógico incluirla en la misma variante que la de núms. 9, 10, 12, 13 decoradas con rosetas. La pieza valorada aquí se distingue por un rasgo particular: sus hombros están rodeados por la arista del alto depósito, análogo en su forma a las lucernas de tipo llamado siciliano.

            El motivo de traer esta pieza al blog es porque no procede de Almería, sino del norte de Córdoba. Y hasta sabemos el lugar.
            Manuel Aulló Costilla es de sobra conocido en Villanueva de Córdoba por la plaza de su nombre entre la calle Pedroche y el Paseo de la Estación. Trabajó, por su condición de ingeniero agrónomo, en la década de 1920 en la extinción de la plaga de larvas de lepidópteros que asolaban el encinar, y en 1925 publicaba una Memoria de los trabajos realizados en diversas excavaciones arqueológicas. En la lámina X de esa publicación aparece la misma lucerna que describe Iwona Modrzewska.
En realidad, Manuel Aulló era el concesionario de las excavaciones, pero quien las llevó efectivamente a cabo fue su colaborador Ángel Riesgo Ordóñez, Auxiliar de Montes (equiparable a un Ingeniero Técnico Agrónomo actual). En los cuadernos de campo de Riesgo dice que en noviembre de 1924, en la Loma de la Higuera (término de Montoro), en la “ladera frente a Valpeñoso, exposición NE, hallé, en una especie de era o suelo empedrado, 1 candil tipo romano. Véase Boletín Junta E. y E. Nº general. 71, Nº 1 de 1924-25, lámina X”. Así que no tenemos absolutamente ninguna duda para poder afirmar que la lucerna tardoantigua nº 11 de la serie del Museo Arqueológico Nacional de Madrid estudiada por Modrzewska fue encontrada en la Loma de la Higuera (Montoro, Córdoba).

Imagen 1: Lucerna de la Loma de la Higuera en la publicación de Iwona Modrzewska (1988, 40).


Imagen 2: La misma lucerna en la publicación de Manuel Aulló de 1925 (lámina X).


            La lucerna se adscribe al tipo Hayes IB, que es fechado, genéricamente, entre los siglos IV y VI. Al principio se consideró que el origen de este tipo de lucernas era norteafricano, aunque luego se consideró seriamente “que no todas las lucernas cristianas procederían de África” (Modrzewska, 1988, 32). Eso es lo que parece indicar ésta, con caracteres que más bien pertenecen a otro tipo, de las lucernas sicilianas. Podría haber pasado lo mismo que con las placas de cinturón de origen bizantino: los primeros ejemplares llegados a la Península serían de importación, pero ante la demanda local algunos talleres locales comenzaron a fabricar las piezas sobre los modelos foráneos.
            El norte del término municipal de Montoro, donde se encuentra la Loma de la Higuera, es una prolongación natural de los Pedroches, tanto geográfica como ecológica como económicamente. Esta porción septentrional (más el término de Cardeña, desgajado de Montoro en 1930) permaneció casi sin explotar desde la conquista cristiana en el siglo XIII hasta las desamortizaciones civiles de mediados del XIX. Fueron los pobladores de los Pedroches, sobre todo los de Villanueva de Córdoba, la población más cercana, quienes adquirieron gran parte de esas tierras, poniéndolas en cultivo. Así que aunque el lugar donde apareció la lucerna tardoantigua pertenezca al término de Montoro la incluimos en este blog con vocación de historia de los Pedroches. Las divisiones territoriales administrativas actuales pueden servir para realizar inventarios de un territorio, pero no como elementos definidores de adscripciones culturales o históricas.
            Ángel Riesgo descubrió entre 1922 y 1924 en esta zona de la Loma de la Higuera un total de 40 sepulturas, similares a las que vimos en Venta los Locos: una fosa excavada en el suelo, revestida de lajas verticales y con cubierta de varias losas. Se agrupaban en diez pequeños grupos familiares. El lugar no estaba aislado, pues por la Loma de la Higuera transitaba la calzada romana que comunicaba Epora (Montoro) con Solia (Majadalaiglesia, El Guijo), camino reutilizado siglos después para comunicar Villanueva de Córdoba con Montoro. Al igual que en las sepulturas de Venta los Locos, Riesgo encontró en ellas los mismos objetos: platos de vidrio, ollas, jarros y escudillas de barro, depositados en su interior con un evidente carácter ritual.

Imagen 3: Depósito ritual de varias tumbas excavadas por Ángel Riesgo en la Loma de la Higuera, depositadas en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid (fotografías en Vicent, 1999).





            Los especialistas que tratan esta cuestión tienen grandes dudas y divergencias para explicar por qué se introducían estas piezas en las tumbas. En la basílica de El Germo (Espiel, Córdoba), también en el norte de la provincia, se halló en su interior una sepultura intacta con un jarro dentro, luego ese jarro no podía ser ajeno al cristianismo. En general, se reconoce el carácter cristiano de los jarros en los enterramientos de la época (tanto en la Península ibérica como en Italia, Sicilia o el norte de África, fue una costumbre generalizada), pero las ollas y platos de barro, o los platos de vidrio, presentan muchos más problemas de interpretación, que algunos atribuyen al paganismo. De todas formas, hasta finales del siglo VII o comienzos del VIII se mantuvo la costumbre de depositar ciertos objetos en las sepulturas, hasta que la Iglesia impuso su liturgia y eliminó esta práctica que tenía un marcado origen pagano. De este modo, la lucerna que traemos y el resto de objetos encontrados por Riesgo (jarra, olla y platos) son del mismo periodo, la Antigüedad Tardía, a grandes rasgos entre los siglos IV y VII.