En el dolmen de Las Agulillas

jueves, 23 de mayo de 2013

El (lioso) camino de Idrisi de Córdoba a Toledo a mediados del siglo XII.


     Cuando se busca información sobre los caminos de Córdoba a la Meseta en la Edad Media, raro es no toparte con Idrisi debido a la popularización de su obra, Nuzhat al-Mustaz fi ihtiraq al-afaq (“El placer de quien está poseído por el deseo de ampliar los horizontes”, conocido generalmente por el nombre de Kitab ar-Ruyari, “Libro de Roger”), a partir de su traducción por Antonio Blázquez en 1901 (Descripción de España por Abü Abd Alläh Muhammad al-Edrisi).
     Su texto ha dado lugar a numerosas interpretaciones, no sólo discrepantes, sino incompatibles. El problema, en mi opinión, es de orden metodológico: se le ha concedido una gran credibilidad, haciéndolo el pivote sobre el que acoplar los demás datos de los que se disponen sobre la materia. Pero como la obra del geógrafo árabe no es la verdad revelada, nos proponemos hacer el ejercicio inverso, es decir, establecer una serie de premisas a partir de toda la información disponible sobre los caminos entre Toledo y Córdoba en la Edad Media y ver cómo encaja ahí lo que dice Idrisi.
     Como es sabido, al-Idrisi (1100-1165) escribió para los reyes de Sicilia, Roger II (1121-1154) y su hijo Guillermo (1154-1166) de acuerdo a observaciones directas y no por obras ya escritas. Nacido en Ceuta de familia andalusí, antes de recalar en Sicilia Idrisi viajó y conoció de primera mano al-Andalus, como se demuestra en su detallada descripción de Córdoba; de ahí la importancia que se la dado, y que se merece. Otra cosa es que, como decían las abuelas de mi pueblo, Idrisi diga el Evangelio a voces (en su caso, el Corán, claro).
     La ruta que da para ir desde Córdoba a Toledo cuando él escribió, hacia el año 1150, es la siguiente (en la traducción de A. Blázquez):
El que partiendo de Córdoba quiera ir a Toledo, ascenderá el monte de Arles, 11 millas.
Desde allí a Dar al Bacar (Castillo del Bacar), 6 millas.
De allí a Pedroche, 40 millas.
Pedroche es una plaza fuerte, bien construida, bien poblada y provista de altas fortificaciones. Sus habitantes son bravos y siempre dispuestos a combatir. Las montañas y llanuras inmediatas producen una especie de encina, que lleva un fruto que excede en calidad a todos los demás; también los habitantes de este lugar cuidan y cultivan este árbol, porque sus frutos les son muy útiles en los años de escasez.
De Pedroche a Gafic, 7 millas.            
Este último fuerte es un lugar de refugio; sus habitantes son bravos, atrevidos, emprendedores. A menudo, cuando los cristianos han hecho una excursión al país de los musulmanes, éstos encomiendan a los habitantes del fuerte el cuidado de alejarlos del país y quitarles el botín, del cual se han apoderado; también los cristianos, conociendo el valor y bravura de los habitantes de Ghafic, se mantienen cuanto pueden a distancia de este fuerte y evitan aproximarse a él.
Desde allí a Gebel Azur, una jornada…”.

     Lo primero es ubicar los topónimos. A. Blázquez traduce directamente “Pedroche” por el nombre árabe que da Idrisi, “Bitraws”. Hay una práctica unanimidad, cosa rara en Historia, en arabistas y medievalistas en hacer esta equiparación. En cuanto a Gafiq, D. Félix Hernández Giménez demostró en 1944, en un trabajo impecable, la equivalencia de “Gafiq, Gahet, Gahet = Belalcázar”.
     El problema está en que para ir desde Pedroche a Toledo hay que dirigirse al nordeste, y Belalcázar se encuentra a 45 km al oeste de Pedroche, en la dirección opuesta al trazado ideal. Como eso es absurdo, el padre Fidel Fita, en su artículo sobre el trifinio de Villanueva de 1912 (y siguiéndolo, muchos más), situaba a Gafiq en el castillo de Almogábar, que sí está desde Pedroche a las 7 millas (más o menos) que dice Idrisi, y en la dirección correcta, al saliente. Pero ello significaría hacer de Idrisi la piedra angular, y contradecir el magnífico trabajo de D. Félix Hernández, en el que se demuestra fehacientemente que la ciudad musulmana de Gafiq corresponde con la actual Belalcázar. Un arabista cordobés actual de prestigio, D. Antonio Arjona Castro, lo afirma con rotundidad: “No voy a entrar ahora en demostrar que la árabe Gafiq es la actual Belalcázar, pues esto ya lo hizo el gran investigador don Félix Hernández Giménez en 1944. Lo que hizo don Félix en su estudio sí es de esos pocos de los que decía Tucídides que es un bien que dura para siempre (las abuelas antes citadas hubieran dicho que eso queda hasta que San Juan baje el deo).
     Por la información que da Idrisi de la bravura de los guerreros de Gafiq, de tal modo que los cristianos se mantenían a distancia de ella, se deduce que no debería situarse muy cercana a Pedroche, pues estando a siete millas para evitar Gafiq también deberían haber evitado Pedroche. Además, el castillo de Almogábar, candidato para ubicar la Gafiq de Idrisi, no tiene ni la entidad, ni la categoría ni la capacidad logística necesaria para hacer de él ese feroz bastión que dice el geógrafo ceutí. Esas cualidades sí las tenía Gafiq-Belalcázar, alejada de los caminos más empleados por las algaradas cristianas por el centro y este del norte de Córdoba, y capaz de recibir los suministros y contendientes necesarios.
     Así pues, como primera premisa doy por válida la equivalencia “Bitraws = Pedroche” y “Gafiq = Belalcázar”.
     Idrisi no es la única fuente de información sobre caminería de la Edad Media. El Sr. Quintanilla González ha demostrado la existencia de varios caminos (por la Chimorra y Obejo) que se dirigían hasta Pedroche todavía a inicios del siglo XV. D. Félix Hernández y D. J. Sánchez Sánchez exponen numerosas pruebas de la existencia de un camino hacia Toledo que pasaba por Gafiq.
     La segunda premisa que acepto es que hubo varios caminos de Córdoba a Toledo por el norte de la provincia cordobesa, uno por Pedroche y otro por Belalcázar. Como el segundo alargaba la ruta en muchos kilómetros, la tercera premisa aceptada es que el que transita por Belalcázar se empleó en un determinado tiempo por las circunstancias históricas del momento, dejando de usarse al cambiar éstas.
     Descarto por imposible, y además porque no puede ser, que para ir desde Córdoba a Toledo al llegar a la hoy Pedroche hubiera que dirigirse al poniente, a Belalcázar, para luego girar al noreste. No voy a reubicar topónimos, o hacer que aparezca una segunda fortificación llamada Gafiq, para hacer que Idrisi tenga razón. Así pues, es evidente la incompatibilidad de la descripción de Idrisi con las tres premisas que hemos aceptado como válidas.
     La respuesta al dilema salta a la vista: “el error está en Idrisi o en el manuscrito”, escribe D. Antonio Arjona. Creo que, en concreto, el error de Idrisi se debe a que funde en una sola distintas rutas que fueron tomando auge sucesivamente a partir de las incursiones de Alfonso VII sobre el territorio de Córdoba. Precisamente, en el mismo momento en que el buen geógrafo andalusí estaba en Palermo escribiendo para el ilustrado monarca normando.
     Durante el Califato el camino para Toledo más empleado era el del Armillat (v. la entrada anterior), pero exigía unas costosas obras de infraestructura y mantenimiento que se desmantelaron tras la fitna que acabó con la dinastía Omeya, haciendo que quedaba deshabilitado a mediados del siglo XI. Cuando Idrisi estuvo en Córdoba casi un siglo después, para ir al centro de la Meseta el camino más empleado era el que iba por Pedroche. Pero estando en plena redacción de su obra en Sicilia, los cristianos emprenden una serie de campañas que afectan a los caminos de la mitad oriental de los Pedroches, cuando en 1155 se apodera, entre otras, de las fortalezas del Mochuelo, Pedroche y Almogábar (sólo por esta cita ya se debería descartar que este lugar sea la Gafiq que dice Idrisi).
     La ruta para Toledo hubo de trasladarse más al oeste, remontando el Guadiato y luego girando al norte para buscar la protección de Gafiq-Balalcázar. Tras la conquista de Córdoba en 1236, y trasladarse la actividad bélica al sur del Guadalquivir, este camino, de circunstancias, por Gafiq, se dejará de emplear por alargar demasiado la distancia a recorrer, volviendo a emplearse en los siglos XIV y XV el de Córdoba a Pedroche, reactivado también con la Mesta. A finales del XIV retomará un gran auge el Camino de las Ventas, por Adamuz y Conquista.
     En definitiva, la obra es Idrisi debe calificarse de buena, pero escribió en unos momentos en que las circunstancias bélicas impelieron a variar la traza de los caminos que él había conocido.
(Hay más información sobre la evolución de los caminos entre el Valle del Guadalquivir y el dentro de la Meseta en mi artículo publicado en el número 18 de la revista Almirez, editada por el Centro de la UNED de Córdoba: http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=4195926 )