En el dolmen de Las Agulillas

domingo, 1 de diciembre de 2013

Una necrópolis de época visigoda. (Paganismo y cristianismo en los Pedroches, I)

       Huerta Barberos es un pago situado unos tres kilómetros y medio al norte de Villanueva de Córdoba. Está próximo al arroyo del Molinillo, donde se conservan restos de antiguos molinos hidráulicos de cronología indefinida. Se aprecian por la zona bastantes lugares donde las reveladoras cerámicas romanas (especialmente tégulas) indican asentamientos humanos durante la Antigüedad. También hay en las inmediaciones de Huerta Barberos una de las numerosas tumbas excavadas en el granito que podemos encontrarnos por toda la comarca (y que, en el noreste de Córdoba, son contemporáneas a la necrópolis que vamos a ver, aunque se las haya considerado tradicionalmente más modernas, de época medieval; esta es otra entrada pendiente en el blog...):


       En diciembre de 1931 un labrador levantó con la reja del arado la tapa de una tumba, estando presente el dueño de la finca, el farmacéutico de Villanueva don Bernardo Valero. Éste dio cuenta del hallazgo a Ángel Riesgo, quien pronto comenzó a explorar tanto esta propiedad como la contigua perteneciente a Matías Cañadas. Fue precisamente en esta finca donde encontró una pequeña necrópolis de época visigoda formada por seis sepulturas, que vamos a traer al blog con varios motivos. En primer lugar, porque es buena muestra de los enterramientos de los Pedroches durante este periodo, al poseer depósitos rituales con objetos de variada tipología. En segundo lugar, como muestra del patrimonio arqueológico inédito de los Pedroches (aunque no es inédito en puridad, porque las fotografías que mostramos ya están publicadas; se podría decir que parece más bien ignorado o sin tomar en consideración por no ser demasiado conocido; pues, hala, en las medidas de nuestras posibilidades, fiat lux). Finalmente, para intentar adentrarnos en el mundo de las creencias de la gente que habitó en las tierras de los Pedroches en esa época. Debo también desde aquí agradecer a don Bernardo Valero Agenjo el que me llevara hasta el lugar que dice Riesgo, pues cuando era niño acompañó a su tío Bernardo y a Ángel Riesgo en sus excavaciones.
       Las tumbas eran del tipo más usual en la comarca (además de las excavadas en la roca): una fosa excavada en el suelo, revestidas sus paredes por lajas verticales y cubierta por grandes losas. Todas contenían restos humanos, según su descubridor completamente calcinados, y tres de ellas contenían un depósito ritual o "ajuar" en la jerga arqueológica (es decir, objetos depositados en la sepultura con una intención simbólica o ritual); otra conservaba un objeto personal, un anillo, y en las otras dos no se encontró nada. Por sus dimensiones, todas fueron de personas adultas, excepto la quinta. La descripción de las sepulturas y sus contenidos es la siguiente:

1ª sepultura.
* Dimensiones: 240 cm de largo; 50 cm de ancho en la cabecera; 35 cm de ancho en los pies; 52 cm de profundidad.
* Un jarro de barro,

de recia factura, panza esférica; cuello cilíndrico aovado; asa en forma de cinta que arranca del tercio superior del cuello hasta la la panza; boca circular. Dimensiones: 165 mm de alto por 360 mm de perímetro en la panza. Depositado en el Museo Arqueológico de Córdoba [MAC en adelante], nº inventario 27807.

* un plato de vidrio

de cuerpo troncocónico y labio engrosado; altura, 54 mm; diámetro de la base, 61 mm; diámetro superior, 170 mm. Nº de inventario 27760 MAC.
* una lámina de plomo, con caracteres ilegibles para su descubridor, y
* un anillo signatario de bronce,

nº inventario MAC 27841. Estos dos objetos, lámina y anillo, serán analizados más detenidamente en entradas posteriores.

2ª sepultura.
Dimensiones: 195 cm x 55 cm x 32 cm x 40 cm de fondo.
* Una cacerola,

de arcilla rojiza muy tosca, según su descubridor, y forma casi esférica; boca ancha, sin asa; la parte superior está decorada a peine con dos series onduladas que se entrecruzan. Sus dimensiones son 160 mm de altura, 115 de diámetro en la boca y 520 mm de perímetro en la panza.

3ª sepultura.
Dimensiones: 215 cm x 50 cm x 37 cm x 47 cm de fondo.
* Un anillo de cobre, formado por una chapa delgada de 20 mm de diámetro por 5 mm de ancho y 1 mm de espesor, con adornos en zig-zag.

4ª sepultura.
Dimensiones: 190 cm x 60 cm x 45 cm x 50 cm de fondo.
* Con restos humanos calcinados y sin ajuar.

5ª sepultura.
Dimensiones: 90 cm x 18 cm x 10 cm x 17 cm de fondo.
* Con restos humanos calcinados y sin ajuar.

6ª sepultura.
Dimensiones: 190 cm x 60 cm x 46 cm x 48 cm de fondo.
* Una escudilla de barro (no he podido localizar su número de inventario del Museo Arqueológico de Córdoba, donde se encuentra), "de arcilla rojiza semifina, bien formada, parece cocida a fuego; mide 135 milímetros de diámetro por 430 milímetros de perímetro en la boca y 65 mm de altura" (Riesgo, 1936, 11).

(Las fotografías de los objetos de los depósitos rituales proceden de Ángel Riesgo, 1936.)

       En la finca inmediata a esta de Matías Cañada donde aparecieron estas seis sepulturas, la que fue propiedad de don Bernardo Valero, Riesgo encontró en otra tumba 21 clavos de hierro, prueba de que se empleó un sarcófago. No queda constancia de ellos en éstas, por lo que quizá los cadáveres se deñositaran directamente en el suelo envueltos en un sudario, pues a excepción de los dos anillos, no hay en ellos más elementos de vestuario o adorno personal, como hebillas de cinturón.
       Sobre su adscripción temporal sólo contamos con estos objetos. Por la similitud del jarro con otros aparecidos en la necrópolis de El Ruedo (en Almedinilla, al sur de la provincia de Córdoba), con asa de cinta al cuello, se puede situar aproximadamente en el siglo VII (Carmona, 1998, 177).