"Al-Andalus no pertenece a la "nación árabe",
como algunos teóricos de esta ideología vienen insistiendo
machaconamente con el aplauso de quienes tal vez deberían saber mejor lo
que se traen entre manos; ni es la contra-identidad islámica sobre la
que se forjó la "nación española", como los defensores de las esencias
patrias intentan irresponsablemente hacernos creer en estos tiempos de
mezcla de culturas. Simplemente, se trata de un ámbito histórico a la
espera de ser reclamado por todos aquellos que pretendan tener una
conciencia crítica del pasado": Eduardo Manzano Moreno, Conquistadores, emires y califas, pp. 22-23.
Tras el descanso bloguero, aquí henos, si no de Pravia sí desde la
Jara, como siempre. Un nombre este, por cierto, que parece provenir del
de un distrito cordobés de la época de al-Andalus,
Wabuh al-Sha'ra, colindante con
Fahs al-Ballut.
Además, por eso de las casualidades, esta es la centésima entrada; el
que estos modestos articulitos hayan de comenzar a numerarse con tres
cifras en el sistema decimal merece algo especial. Así que he escogido
un periodo auténticamente fascinante y poco tratado en este blog de
historia, el tiempo de al-Andalus; y a dos paisanos que nacieron en los
actuales Pedroches, Sa'id b. Sulayman al-Gafiqí y su sobrino Sulayman b. Aswad, jueces cuya fama de
integridad traspasó los límites peninsulares.
El periodo de al-Andalus en el norte de Córdoba es sumamente desconocido, al igual que la
anterior etapa tardoantigua y visigoda.
Mas existe alguna diferencia; si para el periodo postromano no hay
ninguna referencia documental y para saber de él hay que recurrir a la
interpretación del abundante registro arqueológico (especialmente
funerario), para al-Andalus serán las fuentes literarias nuestro
principal medio de información. El conocimiento arqueológico de esta
etapa es mucho más limitado, aunque hay "fósiles directores", como la
cerámica conocida en la jerga arqueológica como "verde-manganeso":
sobre el engobe blanco se trazaban líneas oscuras con manganeso, rellenándose estos espacios con mineral de cobre. Tuvieron un periodo de existencia muy concreto, siglos X y XI, lo que nos permite datar
algún estrato o yacimiento.
Son escasas las referencias
bibliográficas actuales sobre al-Andalus para el norte de Córdoba. Son
básicas para nuestro conocimiento de este periodo las aportaciones de
don Félix Hernández Jiménez, tanto para la cuestión de los
caminos que transitaban entre Córdoba y Toledo por los Pedroches como para la localización de ciudades de la época como
Gafiq
(hoy Belalcázar). También son de consulta obligada las referencias a
este lugar en las obras de Antonio Arjona Castro, o los artículos de J.
L. del Pino García y J. B. Carpio Dueñas sobre la población de Cuzna o
el de R. Pinilla sobre la biografía de algunos naturales de este lugar
durante al-Andalus. Y, claro está, las fuentes literarias de la época,
destacando para la época califal el
Muqtabis de Ibn Hayyan o, para esta entrada, la
Historia de los jueces de Córdoba de al-Jusaní.
Con tan parcos mimbres tejeremos lo que buenamente se pueda. Antes de
entrar con los personajes en sí comenzaremos
adentrándonos en el territorio de los actuales Pedroches en la época de al-Andalus, que durante este tiempo recibió distintos nombres,
Fahs al-Ballut o al-Ballatita.
De esa época han llegado hasta nosotros algunos nombres, especialmente
abundantes en los hidrónimos, en los nombres de los ríos, bastantes de
los cuales conservan el prefijo
Guad-: Guadalmez, Guadamatilla,
Guadarramilla, Guadiato, Guadamora, Guadalcázar ("Río del Castillo"),
Guadalbarbo ("Río de los Bereberes") y Guadalmellato ("Río del
[Monasterio del] Armillat"). También el Cuzna (nombre de una tribu
berebere y de una ciudad que se levantó cerca de su nacimiento) y el río
Zújar, del que mi amiga Marta Giménez (autora del blog
Yacimientos en al-Andalus, de recomendable visita) me dice que puede significar piedras en árabe clasico
صخر plural de
صخرة
La etapa omeya: Fahs al-Ballut.
"
El
año 92 H. / 711 J.C., un hecho militar (la invasión de Hispania) inició
el surgir y establecimiento de una nueva entidad política, religiosa,
social, jurídica, económica, fiscal, lingüística, cultural y artística:
al-Andalus. No se trata de ningún 'alumbramiento fulminante', ya que lo
'viejo' no se desvaneció de la noche a la mañana y lo 'nuevo' tardará un
cierto tiempo en imponerse y estructurarse", dice con
acierto Pedro Chalmeta (2011, 115). Los objetivos de los primeros
gobernadores (como los de cualquier gobernante de cualquier época) eran
el control de los territorios y las personas, y la aplicación de una
fiscalidad. La implantación de una articulación territorial facilitaría
estos propósitos.
Según diversos autores actuales los
musulmanes habrían seguido en parte para ello la división
político-administrativa y religiosa de las anteriores etapas romana y
visigoda, aunque por el
trifinio de Villanueva de Córdoba
podemos descartar que la administración territorial andalusí en el
norte de Córdoba fuera descendiente directa del sistema municipal
romano, pues dos ciudades asentadas junto al río Guadalquivir (
Epora y
Sacili)
extendían sus territorios hasta el emplazamiento de la actual
Villanueva de Córdoba. Tampoco sabemos cómo se encuadraba el actual
territorio de los Pedroches en la administración del reino de Toledo,
aunque no parece que hubiera cambios en cuanto a su dependencia
religiosa del obispado cordobés. Así pues, da la impresión de que el territorio de
Fahs al-Ballut fue una creación de los conquistadores musulmanes, sin dependencia de municipios romanos anteriores o demarcaciones obispales.
Por lo tanto, creo mucho más acertada la visión de Eduardo Manzano Moreno (2006, 106 y 425): "
El
marco territorial que impusieron los Omeyas en al-Andalus no tenía nada
que ver con las antiguas divisiones romanas y visogodas. El país estaba
dividido en un número de kuras o provincias que se configuraron de forma original... [Es a]
mediados del siglo VIII cuando datan las primeras menciones a la
existencia de una división en al-Andalus en circunscripciones
territoriales que llevan el nombre de kuras. Al frente de esas kuras se encontraban siempre miembros priminentes del yund",
el ejército sirio que en el año 742 derrotó la rebelión bereber. No se
le otorgaron tierras a estos soldados, sino que fueron asentados en
algunas de estas circunscripciones que parece ya estaban instauradas
antes de la llegada del ejército sirio a la península. Parece lógico que
fuera así, pues las fuentes de la época dicen que los primeros
gobernadores hicieron tres censos (quizá con la misma frecuencia de
quince años que los bizantinos), y para ello era conveniente una
articulación del territorio.
La actual comarca de los Pedroches perteneció a la denominada cora de
Fahs al-Ballut. "
El término de Fahs se puede traducir bien por llano o por campo", explica Antonio Arjona (2003, 214). De la misma forma, Llano de las Bellotas,
lo traduce Julián Rivera en su edición del libro sobre los jueces de
Córdoba de al-Jusani; o Francisco Fernández González en la suya de la
Historia de al-Andalus de ibn Idari. "Llano o Campo", y no "
Valle",
como algunos cucúrbitos y cenutrios se emperran en transcribir en su
dolosa ignorancia. Comprendía todo el norte de Córdoba e incluía,
además, el extremo SE de la actual Ciudad Real (Chillón y Almadén) y el
SE de Badajoz (Cabeza del Buey). Al sur y sureste sus límites son más
imprecisos, acaso las estribaciones septentrionales de las sierras de
Obejo, del Castaño, Chimorra y la sierra de los Santos.
(Según Antonio Arjona Castro, 2003, 284.)
Fahs al-Ballut lindaba al suroeste con
Firrish (Constantina, Sevilla); al NW, con Mérida; al NE, con Oreto-Calatrava, al este con Jaén y al sur con Córdoba.
Tradicionalmente (Arjona, 2003, 214), se ha considerado que la primera mención expresa a la cora de
Fahs al-Ballut
es del año 863 (249 de la Hégira), durante el reinado de Muhammad I, en
la relación de tropas que cada circunscripción territorial envió para
la expedición militar de ese año contra
Yilliqiya, los
territorios cristianos del norte peninsular (ibn Idari especifica que fue contra los castillos de
Alaba y
Al-Quilé, Álava y Castilla).
De los 21.713 jinetes pertenecientes a quince coras (sin contar los
procedentes de la capital cordobesa), 400 eran de
Fahs al-Ballut.
Sin embargo, hay una cita literaria anterior a esta fecha, en la biografía de al-Jusani sobre uno de nuestros biografiados, Sulayman b. Aswad. Poco antes de morir mostró a unos amigos un documento: "
era una carta dirigida por el monarca Hisam I a su juez, de la parte norte de Andalucía, del Llano de las Bellotas y comarcas vecinas, Aswad b. Sulayman en que se le ordenaba que recaudase las contribuciones que fuera preciso recaudar y que las distribuyera en la forma que se especificaba en aquella carta" [la negrita es mía]. Hisam I gobernó entre los años 788-796.
Es posible que este Aswad b. Sulayman fuese juez militar, de la colonia militar árabe, pues los nativos hispanos cristianos tenían sus magistraturas propias.
Aunque no existiera esta referencia también, indirectamente, se podía inferir su
existencia segura tiempo atrás del año 863: en el año 818 se produjo en Córdoba el
famoso "motín de Saqunda", que enfrentó a los habitantes de este arrabal
de la orilla izquierda del río con el emir. Uno de los supervivientes
exiliados fue Abu Hafs Umar b. Suayb al-Balluti, que adquirió
gran protagonismo años después. Su
nisba, al-Balluti, es auténticamente reveladora. La
nisba es
la parte el nombre árabe que hace mención al origen étnico, tribal,
familiar o geográfico de una persona, por lo que puede traducirse
balluti como "natural de
Fahs al-Ballut".
Dado que Umar al-Balluti debió nacer a finales del siglo VIII, quiere
decirse que en este tiempo, coincidente con el reinado de Hisam I, ya existía un lugar con este nombre.
(Una
pequeña digresión: cualquier persona nacida en la mayor y mejor
dehesa del mundo mundial (que diría Carlos Herrera), la de los Pedroches
cordobeses, sabe que el proceso de adehesamiento, de erradicación del
matorral para favorecer el crecimiento de la arboleda y pastos, es muy
largo, pues las encinas son árboles de crecimiento lento: las dehesas
más jóvenes, las de los municipios de Cardeña y norte de Adamuz y
Montoro, apenas si tienen poco más de un siglo de existencia. Por lo
tanto, creo evidente que si en el siglo VIII los
musulmanes llamaron a esta provincia o comarca el Campo o Llano de las
Bellotas es porque cuando ellos llegaron ya existían los encinares.
Autores como al-Razi en el siglo X, o al-Idrisi en el XII, continuarán
citando a este
encinar como lo auténticamente distintivo de los Pedroches actuales.
Fin de la digresión.)
Continuando con la administración territorial andalusí, cada provincia o cora se desglosaba en una serie de distritos (
iqlim, plural
aqalim), cada uno de los cuales comprendía una serie de aldeas (
qarya), formando un sistema en tres niveles (
qarya,
iqlim,
kura)
muy similar al actual (municipio, provincia, comunidad autónoma). En estos
niveles inferiores nuestro desconocimiento es muy grande. Algunos
autores musulmanes citan a varios
aqalim o distritos:
Bitraws, con capital en la ciudad homónima (hoy Pedroche), y
Usqufa, cuya capital era
Gafiq (la actual Belalcázar). Es interesante el nombre de
usqufa, que el arabista cordobés Antonio Arjona Castro transcribe como "Comarca del Obispo o del Abad", lo que podría "
señalar la existencia en esta comarca de un monasterio mozárabe durante los primeros [tiempos] de la dominación musulmana de la zona" (Arjona Castro, 2003, 234).
Otro
iqlim,
Bali, fue también considerado tradicionalmente como integrante de la cora de
Fahs al-Ballut,
pero Antonio Arjona Castro (2003, 220) ofrece sólidos argumentos de que
es algo erróneo que se sacó de la manga un autor egipcio, "
el
compilador tardío (siglo XIII) Yaqut, que nunca visitó al-Andalus,
creó la confusión sobre este lugar, al añadir de su propia cosecha...
que 'Bali era un distrito agrícola en al-Andalus perteneciente a Fahs al-Ballut'. Por el texto de al-Idrisi del itinerario de Córdoba a
Miknasa sabemos que Bali [o Bala] está a doce millas de Garlitos". Garlitos se encuentra en la margen derecha del Zújar, en la Siberia extremeña, por lo que
debemos desterrar a Bali como integrante de Fahs al-Ballut. Antonio Arjona ubica a Bali hacia la actual Navalvillar de Pela (Badajoz)
Las fuentes literarias citan a
varias ciudades pertenecientes a Fahs al-Ballut,
en lo que hoy son tres Comunidades Autónomas diferentes, Castilla-la
Mancha, Extremadura y Andalucía. (Aún hoy en día estos territorios
colindantes pertenecientes a diferentes regiones presentan grandes
afinidades entre sí. En el caso particular de los Pedroches esta
semejanza con las comarcas de Alcudia o Cabeza del Buey es claramente
perceptible en lo que es el habla, arquitectura tradicional o folclore,
por ejemplo. La relación de los Pedroches con la campiña cordobesa es de
orden político y administrativo, culturalmente está mucho más próxima a
esas comarcas de Extremadura y la Mancha.) En lo que son hoy los
Pedroches cordobeses existieron varias
núcleos de población:
*
Santa Eufemia,
Shant Ufimya. Santa Eufemia fue un lugar asimilado anteriormente, con muchas dudas, con
Bali,
aunque, como se ha dicho, tras la edición de la segunda obra de Idrisi
el arabista Antonio Arjona (2003, 246) la ha situado en la Siberia
extremeña, hacia Navalvillar de Pela (Badajoz).
*
Cuzna,
Kuzna, unos 6 km al SE de Alcaracejos, en el término de Villanueva del Duque.
*
Pedroche,
Bitrawsh.
*
Belalcázar,
Gafiq.
*
Almogábar, cuyo nombre deriva del árabe
al-mugawwar, el guerrero.
*
Qalyana, un
manzil
o posada en el camino de Córdoba a Toledo, en el tramo comprendido
entre el río Guadalmez y el monasterio del Armillat en el Guadalmellato.
Antonio Arjona (2003, 254) lo sitúa hacia la zona de la actual
Villanueva de Córdoba. El sufijo
-ena indica que su origen es anterior a la dominación musulmana.
Una cuestión que queda abierta es si fueron ciudades de nueva creación
bajo el poder musulmán o si tenían algún tipo de vínculo con núcleos de
población de épocas anteriores.
Parece lógico considerar que el nacimiento de
Fahs al-Ballut
como cora se debiera a servir como glacis defensivo de la capital omeya,
Córdoba. Algunos autores hablan en este sentido de "cora militarizada",
dando la impresión de que había otro tipo de coras, algo con lo que un
gran experto como Eduardo Manzano Moreno (2006, 431) no está de acuerdo
en absoluto: "
La hipótesis de Lévi Provençal en el sentido de que las kuras
obedecerían a una especie de 'administración civil', mientras que las
fronteras estarían sometidas a un régimen militar bajo el control de un caíd, es inexacta: tanto en una zona como en otra aparecen actuando los gobernadores, ummal, y tanto en una zona como en otra estos ummal tienen encomendadas funciones de tipo fiscal y militar". (En el año 973 el gobernador de
Fahs al-Ballut y otras circunscripciones como Badajoz es denominado
caíd, jefe militar, en las crónicas.)
Lo cierto es que "
la mayor parte de las kuras se encuentran en la mitad meridional de al-Andalus, lo
que indica que la organización territorial del califato estaba más
consolidada en esa zona... En otros territorios andalusíes carecemos de
menciones a kuras y en cambio lo que encontramos son divisiones articuladas sobre las ciudades". La explicación a tal diferencia "
radica en la forma peculiar en que tiene lugar la implantación de la autoridad omeya en las zonas fronterizas"
(E. Manzano, 2006, 431): aquí los gobernadores, representantes de la
autoridad omeya, se establecerían en las ciudades, mientras que los
linajes aristocráticos locales con los que habían pactado se mantendrían
fuertes en sus dominios rurales.
Al frente de cada circunscripción había un gobernador (que las fuentes denominan con distintos nombres:
sahib al-kura,
amil (plural
ummal),
wali o caíd (este último nombre indica que tenían funciones militares). También existía una autoridad jurídica y religiosa, el cadí, juez.
Algo que se ha de tomar en consideración es que "
la organización territorial en kuras no era estática, cual si de una administración provincial moderna se tratase. A veces una kura
aparece citada durante ciertos años y luego desaparece por completo, lo
que lleva a pensar que sería integrada en otra. En algunas fechas, dos o
incluso tres kuras podían ser agrupadas y puestas bajo el mando conjunto de un gobernador"
(E. Manzano, 2006, 428-429). Por ejemplo, en el año 929/930 (317 de la
hégira) ibn Hayyan da los nombres de los nombramientos de las
principales coras y ciudades de al-Ándalus (34 circunscripciones en
total), aunque comenta que también se nombraron otros 168 gobernadores
más para pequeños distritos. Podía haber un gobernador en la capital de
la cora, y otro (u otros) en los distintos distritos (
aqalim) de la misma, o incluso dos hermanos que compartieran el gobierno de una cora.
Esta "
vocación del poder califal de controlar cada palmo de su territorio"
(Manzano Moreno, 2006, 429) que se traduce en un alto número de
gobernadores y su movilidad (en las coras de la mitad meridional de la
península los gobernadores no solían durar más de dos años en el cargo)
ha creado cierta confusión, y "
algunos autores, basándose en los textos de al-Razi, llegan a defender que, al menos durante parte del siglo X, estas dos zonas [Firrish (Constantina, Sevilla) y Fahs al-Ballut, dos coras colindantes] formaron
una unidad político-administratriva... Otra cosa bien distinta es que
durante ciertos periodos del Califato estuviesen ambas, junto con otras
más, dirigidas por un mismo gobernador". Comparto plenamente esta opinión:
El califa nombró en el año 934 a Abd al-Rahman b. Muhammad b. an-Nazzan como gobernador de
Fahs al-Ballut, la cora de
Firrish y los territorios de
Laqant (Fuente de Cantos, Badajoz),
Miknasa (acaso Zalamea de la Serena, Badajoz) y
B.tr.l.sh
(sin vocalizar), la actual Garlitos en opinión de Antonio Arjona. Poco
después, en el año 941, Abd al-Rahman III destituía del cargo de gobernador
de las coras de
Fahs al-Ballut y
Firrish a
Ubayd Allah b. Muhammad al-Kuzni (quien, como indica su
nisba, era natural de la comarca, de la ciudad de
Kuzna),
nombrando en su lugar a Muhammand b. Qasim b. Lubb. (Interesante el
nasab, el "apellido" podría decirse, de este personaje, por el que se deduce que su abuelo fue un cristiano llamado Lope.)
Según Emilio
Cabrera y Ricardo Córdoba, medievalistas de la Universidad de Córdoba,
lo expuesto "
quizá ponga de manififesto no sólo
la relativa semejanza desde el punto de vista geográfico de todos esos
territorios gobernados por la misma persona, sino también un nivel de
poblamiento inferior a lo normal, de lo cual deriva una menor fuente de
ingresos -para el fisco y para quien lo administraba directamente- y,
con toda probabilidad también, una menor dificultad real en la
administración de ellos" (Cabrera y Córdoba, 1991, 202). Hay más opciones, como la opinión de Eduardo Manzano Moreno (2006, 430): "
Es
difícil saber a qué causas obedecían estos cambios. Una posibilidad es
que estuvieran en relación con la personalidad del personaje nombrado,
es decir, según el beneficiario del nombramiento. La otra posibilidad es
que estos vaivenes fueran debidos a necesidades coyunturales motivadas
por la situación en una determinada zona". De todas formas, para el caso del norte de Córdoba, esto no habría sido privativo de la época califal, pues a finales del siglo VIII Sulayman b. Aswad estaba al cargo de
Fahs al-Ballut y comarcas vecinas.
(
Mapa de las principales divisiones territoriales de época califal,
según E. Manzano Moreno, 2006, 426. La inclusión de la cora de Fahs al-Ballut en rojo es aportación personal.)
Si comparamos la lista de coras que enviaron guerreros a la
expedición del año 863 y la lista de las principales circunscripciones
que da ibn Hayyan en los primeros años del califato, se observa que la
segunda ha ampliado la primera (incluyo en la lista de coras califales a
Fahs al-Ballut, que no cita Eduardo Manzano en su relación):
En la campaña del 863 no participaron las gentes de las ciudades de
Sevilla o Mérida, que sí aparecen ya como coras tiempos después, con el
primer califa. Por tanto, la administración en coras quizá sea un
reflejo de hasta dónde llegaba
el verdadero dominio de emires y califas omeyas: imponer a sus
representantes, cobrar tributos y hacer que sus súbditos participaran en
las campañas estivales (aunque tras la derrota de Simancas Abd al-Rahman
III confió más en las tropas profesionales).
Durante el
tiempo del segundo califa, Al-Hakam II, se mantuvo la situación de una
persona al frente de varias circunscripciones territoriales. (El volumen
sexto del
Muqtabis de ibn Hayyan no ha llegado a
nosotros, por lo que desde el año 941-942 al 970-971 no tenemos las
listas detalladas de gobernadores y cargos como de los primeros años del
califato). En el año 973 a "
Ra'iq b. al-Hakam, tío materno del príncipe Hixam, [le fue conferido] el cargo de caíd [jefe militar] de Badajoz, acumulando a los de Ramakaba (sic), Arus, Medellín y Umm Yafar al que ya desempeñaba en el Fahs al-Ballut" (Arjona, 1982, 166-167).
En ese mismo año de 973 el cadí (juez) de
Fahs al-Ballut
Abd al-Malik b. Mundir b. Sa'id fue comisionado para investigar la
denuncia que habían presentado los habitantes de Guadalajara contra su
gobernador (A. Arjona, 1982, 161-162). Mal acabó el pobre hombre, por
cierto, que con estos trabajos de "encargado de los abusos",
sahib al-radd,
se habría ganado un buen número de enemigos, pues acabó siendo
crucificado por orden de Almanzor en el año 978-979 (E. Manzano, 2006,
480). Si la cora de
Fahs al-Ballut hubiese desaparecido durante
el califato, absorbida por otras, también habría dejado de existir su
cadí. Es decir, en este año de 973 había un caíd, gobernador con
atribuciones militares (pariente de la familia gobernante, por cierto)
que junto a esta cora administraba otras más. El que esta cora,
Fahs al-Ballut, se mantenía con entidad propia lo demuestra la existencia de
un cadí (juez religioso) para este territorio, el desventurado Abd
al-Malik b. Mundir.
Las etapas almorávide y almohade: al-Ballatita.
Tras el colapso del califato a comienzos del siglo XI, no sabemos bien qué ocurrió con
Fahs al-Ballut.
Es presumible que siguiera dependiendo de la taifa de Córdoba, y, con
ella, pasara a formar parte de las taifas de Sevilla y Toledo, hasta que
a finales de ese siglo los almorávides imponen su dominio.
El geógrafo
al-Idrisi, a mediados del siglo XII, nombra a la provincia
al-Ballatita, plural de
ballut,
es decir, "[comarca de] las Bellotas". Destaca el encinar de la región,
al que sus moradores cuidan por el provecho que de él sacan en años de
necesidades, y la bravura de los habitantes de sus dos principales
ciudades,
Gafiq y
Bitraws. A partir de la conquista de
Toledo por Alfonso VI se acentúa la presión sobre el noreste de la
actual provincia de Córdoba, llegando a conquistar Alfonso VII Pedroche,
Santa Eufemia y otras fortificaciones de la zona, convirtiéndose en zona fronteriza entre los contendientes.
Esto debió de hacerse sentir en la población, pues algunas fuentes indican que la fortaleza de Pedroche estaba deshabitada 1172.
Quizá esta situación pueda explicar la división administrativa del
reino de Córdoba en la etapa almohade, dividido en once distritos. Dos
de ellos,
Gafiq y
Kuzna, formaban parte del antiguo
Fahs al-Ballut, concretamente de su parte occidental; en la oriental
Bitraws, Pedroche, no es siquiera citada, acaso por no estar bajo el dominio directo almohade..
La conquista cristiana de Córdoba por Fernando III en el año 1236 marcó el final de al-Andalus en los Pedroches, aunque acaso no de forma inmediata, pues Obejo, en plena sierra y a mitad de camino entre la capital y los Pedroches, fue conquistado tres años después que la capital.
Sa'id b. Sulayman al-Gafiqí.
En la época del segundo califa, Al-Hakam II, un autor, al-Jusami,
escribía un libro sobre los jueces de Córdoba durante el emirato y los
primeros años del califato. Decía allí de nuestro biografiado: "
Cuatro personas han ejercido el cargo de juez, cuya fama, de hombres justos, ha corrido por todo el mundo: Donaim ben Elyatim, en Siria; Elharit ben Misquín, en Egipto; Sahnún ben Saíd, en Cairuán, y Abu Jalid Sa'id ben Solayman, en Córdoba".
Comencemos por su nombre, que como el de cualquier persona árabe está compuesto por varias partes.
* Sa'id: el
ism, es el nombre propio. (No parece apropiado en este caso decir que es su "nombre de pila"...) Significa "feliz" en árabe. En los nombres propios musulmanes los hay de origen árabe, como el más popular, Muhammad, o Umar. Otros proceden de la tradición bíblica: Sulayman, Salomón. Son muy característicos los teóforos, en los que intervienen apelativos divinos, como Abd al-Rahman, "esclavo del Misericordioso".
* b. Sulayman b. Sa'id b. Habib: el
nasab, que se puede comparar con nuestro apellido. Muestra los nombres del padre, abuelo (paterno, claro) y demás ancestros (por línea paterna directa), unidos por
ibn ("hijo de") o
bint ("hija de") en el caso de las mujeres. Es frecuente encontrarlo traducido por
ben, y lo es más aún verlo abreviado con la forma
.b, como en este artículo. Por este
nasab sabemos que el padre de esta persona se llamaba Sulayman, Sa'id su abuelo y Habib su bisabuelo.
* Abu Jalid: su
kunya, parte que se forma con la palabra "padre",
Abu, seguida de un nombre personal. En este caso significaría "padre de Jalid". La
kunya es un signo de honorabilidad, correspondiente al de una persona capaz de ejercer la paternidad.
*
al-Gafiqí: la
nisba que, como se dijo, hacen mención al origen familiar, tribal, étnico o geográfico, que en nuestro caso derivaría de
Gafiq, primero el nombre de una familia o linaje y luego el de una ciudad en
Fahs al-Ballut donde, presumiblemente, se habría asentado la misma. (Tras la traducción de la obra de
al-Idrisi, algunos, como el padre Fidel Fita hace más de cien años, creyeron que había que situar a
Gafiq cerca de Pedroche, acaso en el castillo de Almogábar; pero el investigador don Félix Hernández Jiménez demostró que la actual Belalcázar fue denominada
Gafiq durante al-Andalus.)
Sa'id b. Sulayman era un árabe de pura cepa (al menos, paterna, pues viendo las biografías de los omeyas se observa que en un gran número las madres de los soberanos no eran árabes, sino cristianas). Según ibn Hazm la familia procedía de Gafiq b. al-Sahid b. Alqama b. Ak b. Adnan. Adnan es un personaje legendario, tradicional antepasado de los árabes del norte, centro y oeste de Arabia:
(http://es.wikipedia.org/wiki/Adnan)
Los Banu Sulayman es, de hecho, como se apuntó, la única familia de origen árabe que se conoce que se asentara en el norte cordobés, y al menos desde finales del siglo VIII ocupaban cargos relevantes, como jueces. Ya hemos comentado que hay que descartar como originarios de
Fahs al-Ballut de ella a los integrantes de otra familia árabe, los
Bali (cuyo
nisba distintito era al-Balawi).
Cuenta al-Jusani que cuando Sa'id recibió la
noticia de su nombramiento como cadí de Córdoba estaba arando con una
yunta de bueyes sus tierras en el Llano de las Bellotas, aunque antes de tal designación ya había ocupado el cargo de juez en Mérida y otros lugares.
(Otra pequeña digresión: en esto se observa una gran analogía con otro
personaje ilustre de los primeros tiempos de Roma, Lucio Quincio
Cincinato. Los romanos de tiempos republicanos eran muy reacios a la
monarquía, pero cuando la patria se encontraba en peligro el Senado
nombraba a un dictador durante seis meses que tenía plenos poderes,
incluido el de la vida de los ciudadanos. En la guerra con sus vecinos ecuos
en el año 458 a.C., éstos coparon al ejército romano, amenazando con
aniquilarlo. Ante el peligro el Senado nombró dictador a Cincinato.
Cuenta Tito Livio que cuando recibió tal noticia estaba arando su campo,
como nuestro buen juez Sa'id. Cincinato dejó el arado (o azadón, según
otros), armó a los ciudadanos que quedaban en Roma y salvó al ejército,
derrotanto a los ecuos. Todo en seis días. Podría haberse mantenido en
el cargo de dictador durante seis meses pero, cumplida su misión, cambió
de nuevo la espada por el arado. Lucio Quincio Cincinato representó el
espíritu cívico de los ciudadanos romanos. Los habitantes de las
colonias inglesas de América del Norte consideraron a George Washington
como el "Cincinato" de la revolución americana, y en honor de ambos
llamaron Cincinnati a una ciudad en el estado de Ohio.
Quincio Cincinato y Said b. Sulayman eran personajes ilustres y
relevantes en sus respectivas sociedades, pero no se les caían los
anillos por coger el timón el arado y trabajar con sus manos. Fin de la
digresión.)
El cargo para el que fue elegido por el emir Abd al-Rahman II ( y que continuó con su sucesor, Muhammad I) era el de
cadí de la ciudad de Córdoba. Las competencias de esta magistratura era de materia religiosa y
la legislación civil emanada de ella: herejías, herencias, divorcios, etc. Para
las cuestiones penales existían otros cargos, que dependían del cadí como
autoridad judicial suprema. Era juez de la comunidad musulmana, cristianos y judíos tenían autoridades judiciales propias. Por encima de él sólo se encontraba el emir
(luego califa), que era quien lo nombraba o separaba.
Su
jurisdicción era la capital cordobesa y su ámbito territorial, en el demás
coras o ciudades existía su correspondiente cadí, que no dependían orgánicamente
del de Córdoba. Eso sí, ser el cadí de la capital omeya conllevaba una
gran relevancia social.
El nombramiento no hizo cambiar a Sa'id b. Sulayman. Dice al-Jusani que tras ser
nombrado se presentó en la Mezquita con vestidos de lana blanca que
empleaba la gente común, nada de trajes de seda o turbantes que portaban
las élites. Los curiales (abogados y procuradores que intervenían en
los pleitos que dirimía el cadí) le gastaron una broma pesada, y por eso
de ser natural de
Fahs al-Ballut, del Llano de las Bellotas, le
rellenaron su cojín con cáscaras de bellotas. Sa'id se mosqueó
soberanamente, y les dijo a los curiales que ya que eran tan
graciosillos él se iba a comportar con ellos tan duro como la madera de la
carrasca de su tierra, y durante un año les prohibió que asistieran a
ningún juicio, con lo que no podían ganar nada de dinero.
Su
comportamiento era sencillo, y alejado de la ostentación de
otros cadíes, que iban con vestidos lujosos montados a caballo, y
acompañados de un gran séquito; él iba a pie, acompañado por algún
amigo, a recoger personalmente su pan del horno.
Al-Jusani
cuenta una anécdota de este juez que muestra su carácter. Llegó a su
casa el administrador de sus tierras, informándole que ese año habían
producido siete modios de cebada y tres de trigo (el modio es una medida
que parece equivale a unos 360 kg (Eduardo Manzano Moreno, 2006, 555). Estando allí
ambos se presentó un matrimonio, cuya mujer quería separarse de su
marido. La legislación indicaba que eso era factible si la mujer
compensaba al hombre. Ella, que era pobre y no tenía ningún bien, se
arrojó a los pies del juez suplicándole el divorcio. Pero la ley estaba
clara y el marido no estaba dispuesto si no recibía una compensación.
Sa'id b. Sulayman le preguntó a su administrador qué había traído de la
cosecha: un modio de trigo y dos de cebada. El cadí calculó que
aquellas eran provisiones para unos nueve meses, y le ofreció el resto
(que era una buena cantidad, unas diecinueve toneladas de cereal) al marido si a cambio convenía en separarse
de su esposa, a lo que accedió. Esto nos muestra a un juez compasivo,
solidario (con sus propios bienes) con una mujer pobre que no podía
comprar su libertad. También es un reflejo de la capacidad agrícola de
las tierras de
Fahs al-Ballut.
Otra muestra de su comportamiento como juez es que cierto día, al llegar a su casa tras el trabajo en la mezquita, vino en su búsqueda el padre del eunuco Nasr "
rodeado por los guardias que le solían acompañar", gritándole en romance que se detuviera para hablar con él. Sa'id le contestó que cuando volviera al atardecer a la mezquita a resolver los asuntos públicamente le atendería, pero no entonces. Nasr era de origen nativo y converso al Islam, que medró hasta convertirse en uno de los personajes más influyentes de la corte (hasta que, dicen, intentó envenenar al emir y le salió mal la jugada). El juez Sa'id no quiso tener para con él ningún trato de favor, a pesar de su influencia. Otro hecho a destacar en este pasaje es que siglo y medio después de la conquista un personaje destacado, aunque fuera el padre de un arribista, no sabía hablar árabe, solo romance.
Su hijo, Jalid b. Sa'id b. Sulayman al-Gafeqí, continuó los pasos de su padre. Fue nombrado cadí en Elvira (Granada) y más adelante en Huesca. Fue también cadí de
Fahs al-Ballut.
Sulayman b. Aswad b. Ya'is b. Yasib al-Gafiqí.
En el tiempo en que Sa'id b. Sulayman era cadí de Córdoba, y su hijo Jalid lo era en
Fahs al-Ballut, el sobrino del primero y primo del segundo, Sulayman b. Aswad, era cadí en Mérida.Fue nombrado cadí de Córdoba por el emir Muhammad I, quien lo conocía perfectamente. Según se dijo en su época fueron dos los hechos que motivaron tal designación.
El primero es que cuando era cadí de Mérida, era gobernador de la ciudad el príncipe Muhammad, por mandato de su padre Abd al-Rahman II. Un guardia del príncipe secuestró a una joven, y su padre acudió al juez Sulayman implorando su protección. El juez le remitió una carta a Muhammad, comunicándole la denuncia, pero como se hizo el remolón y no dio respuesta alguna el cadí "
montó a caballo y se plantó a la pueta del alcázar en Mérida y escribió al emir lo siguiente: 'Estoy dispuesto a marchar a Córdoba a decírselo a tu padre, si no corriges lo que tus guardias han hecho'. El emir Muhammad tuvo que acceder en justicia a lo que el juez solicitaba".
El segundo, según dice también al-Jusaní en la traducción de J. Rivera, es que cuando fue destituido como juez de Mérida por el ya emir Muhammad I, le entregó a este una carta, en la que decía: "
Tengo dinero que he ahorrado y reunido, procedente de mis sueldos, el cual me considero en la obligación de devolver al tesoro público, porque es la parte de mi sueldo que corresponde a los días feriados, de otros días en que he tenido faenas personales propias mías, y de otros en que teniendo yo el deber de acudir al juzgado, no he podido ir". El soberano le respondió que lo considerase como un regalo de su parte, pero el juez se negó y a final tuvieron que incautar esa cantidad.
El cadí era garante de la tradición igualitaria musulmana, aunque (entonces como ahora) algunos que detentaban el poder se consideraban más iguales que los demás. Había que ser (ahora y entonces) valiente para enfrentarse a ellos y defender la igualdad ante la justicia. Sulayman lo fue en el caso de la herencia de Comes b. Antonian.
Escriba al-Jusaní que era un cristiano converso al Islam (como se ve por su
nasab su padre se llamaba Antonio...) que gracias a sus conocimientos y sus méritos medró hasta llegar a ser secretario del emir Muhammad I. Esto despertó la envidia y la inquina de Hasim b. Abd al-Aziz, visir y general del monarca, y uno de los personajes más importantes de su reinado. Al morir Comes el visir Hasim afirmó que poco antes de finar había apostatado y muerto como cristiano, uno de los crímenes más nefandos de la religión musulmana, y que por lo tanto su herencia debía ir al erario.
Un breve apunte: Comes no es un nombre propio, sino el de la autoridad máxidad civil entre los mozárabes cordobeses; también denominado
preceptor y
defensor, su nombre en árabe era
qumis. Llegó a tener cierta preeminencia sobre el resto de
comites del resto de ciudades andalusíes por estar en la capital del emirato. "
Al tener tan gran poder en la ciudad, era admitido en la corte del emir y solía ser un estrecho colaborador suyo en tareas de gobierno y de la administración del emirato" (Pérez Marinas, 2012, 180).
El visir Hasim movió todas sus influencias para que la herencia de b. Antonian no llegase a sus hijos, incluidas declaraciones de testigos que avalaban la apostasía, e insistiendo ante el monarca que eran sólo aquellos testimonios los que había que valorar. Pero el cadí, Sulayman b. Aswan, se negaba a ello, reclamando al emir que valorase todo el expediente y todas las declaraciones recogidas. Al ver el considerable número de páginas que tenía el proceso, Muhammad le preguntó directamente al cadí cuáles eran en su opinión los hechos probados, y este le respondió que no había pruebas de que Comes b. Antonian hubiese renegado del Islam, que murió como creyente y que no había motivo alguno para que su herencia no fuera a sus hijos. El emir ordenó que así fuera, pese a los deseos de su visir y general Hasim.
Sulayman b. Aswad fue depuesto del cargo de cadí durante un tiempo, por su convicción de ser justo y no plegarse a los deseos de los más poderosos. El emir Muhammad decidió adquirir una casa para uno de sus hijos, procedente de una herencia. Para ello envío a unos tasadores, quienes se ajustaron a los deseos del emir. Sulayman, como tutor legal de los herederos de la casa, se negó a admitir aquella tasación, estimando que valía el doble. El emir dijo que a aquel precio no le interesaba y no la compró. Poco después el cadí era depuesto, aunque tres años después volvía a ser nombrado para el cargo, que ocupó hasta la muerte de Muhammad.
Es evidente que entre la sociedad andalusí y la actual hay grandes diferencias, y que no hay que caer en el error del presentismo. Pero, al recordar
a gente como estos dos jueces, que fueron famosos por su
integridad moral, parece demostrarse que hay valores universales que es conveniente tener siempre presentes. Así lo exponía Fernando Vallespín en
El País de 27 enero 2015: "
La primera frase de la Teoría de la justicia de [John] Rawis es bien elocuente: 'La justicia es la primera virtud de las instituciones sociales', que prevalece sobre otras como la eficacia y la estabilidad". Y para que exista justicia es imprescincible que haya quien crea en ella y esté dispuesta a defenderla, sea con o contra quien fuere. En este sentido, Sa'id b. Sulayman y Sulayman b. Awad se convierten en gloriosos precedentes de otro juez heroico y paisano suyo, el juez cordobés José Castro.