En el dolmen de Las Agulillas

domingo, 8 de noviembre de 2015

"Por aquí pasó Abderramán III" (Puente califal en el camino del Armillat sobre el arroyo de Navalatienda, Villanueva de Córdoba).

Otra primicia de este blog sobre historia y arqueología del norte de Córdoba: un puente sobre el camino del Armillat, de la etapa del Califato de Córdoba.


     Hace unos meses un señor que había estado trabajando por la zona las Navas, próxima y al sur de Villanueva de Córdoba, me comentó que un día de fuerte tormenta el agua llegó a tapar el puente romano sobre el arroyo de Navalatienda. ¡Vaya! ¿Un puente romano? Algo sin duda interesante, que había que comprobar. Así que recabé la atención de Juanito, pues, fuera lo que fuera que viéramos, ya sólo un paseo por la Dehesa de la Jara, con una temperatura primaveral y la naturaleza renaciendo con las lluvias otoñales, merecía la pena.
     Sabiendo la zona y arroyo, hubiera sido poco complicado localizar el puente siguiendo su curso, pero más rápido aún fue preguntarle a mi amigo Antonio Jurado, un corredor de fondo que conoce a la perfección la red de caminos de esa zona. Y sí, lo conocía, llevándome al lugar. Así que desde aquí va mi agradecimiento a ambos.

El entorno.

     El puente se encuentra unos seis kilómetros al sur de Villanueva de Córdoba, y doscientos metros aguas abajo del lugar de unión del arroyo de la Fuente del Madroño con el de Navalatienda.


     El camino actual queda a menos de un centenar de metros al este del puente, pero desde él se comprueba que el trazado antiguo no corresponde con el que usa hoy, sino que se dirige al norte para converger ambos trazados unos doscientos metros más allá. Es presumible que cuando se cercó la propiedad con paredes de piedra se decidió trasladar el camino por el margen de la finca, para que no la atravesara. En la siguiente fotografía aparece en primer plano la caja del camino primigenio; el puente se atisba entre dos encinas, hacia el centro izquierda:


     Este camino es llamado actualmente camino de las Huertas de Navalmilano, pero hace un milenio era el Balat al-'Arus, "camino de la Montaña", conocido en la bibliografía actual más popularmente como camino del Armillat, la principal vía de comunicación entre Córdoba y Toledo durante el califato cordobés.


     El sitio concreto donde se encuentra se halla el puente es un auténtico cuello de botella en el que convergen varios arroyos que recogen las aguas de una considerable extensión de terreno y que pasan por ahí tras unas lluvias intensas. El lecho del arroyo es rocoso y abundan en las inmediaciones numerosas rocas de granito que sirvieron como material de construcción.

Descripción.

     El puente está prácticamente orientado norte-sur, elevándose su calzada sobre una obra de piedras de granito que la sustenta. La calzada está bien delimitada por dos hileras de piedras. Se pueden distinguir tres partes en él, los dos tramos a cada lado del arroyo y el vano central donde iría el tablero. La calzada mejor conservada es la del tramo norte, de 8,75 m de longitud y una anchura de 1,72 cm en su parte central:


     A ambos lados del arroyo se levantan dos estribos formados por mampuestos tallados y dispuestos mayoritariamente a soga, junto con numerosos ripios de relleno. En el lado del sur el estribo está bien conservado (1,90 m de anchura), pero unas zarzas ocultan la continuación de la calzada en dirección a Córdoba:


     No puede considerarse una obra de sillería, es decir, una "obra hecha con sillares bien trabajados y de juntas finas", pero sí se aprecia robusta, tal y como se muestra en el inicio del estribo de la parte norte:


     La unión entre los mampuestos fue con argamasa de cal, como se aprecia en este detalle:


     No tiene actualmente tablero, la parte superior de rodaje. Tampoco creo que nunca tuviera un arco de piedra, sino que desde el principio se pensó y fabricó para sostener un tablero horizontal de madera. El vano central tiene una luz, una anchura máxima, de 2,57 cm entre los dos estribos, elevándose 1,38 m sobre el nivel del arroyo en el estribo sur.



Adscripción cronológica.

     No existe ninguna inscripción que permita apuntar sobre su época de construcción, ni materiales cerámicos visibles incrustados en él que pudieran afinar sobre la época en que se levantó, mas no creo que sea del periodo romano. Tiene poca semejanza con otros puentes de esa época conocidos en la provincia de Córdoba, como el puente sobre el arroyo Salado (Villa del Río, Córdoba), con una obra íntegra en piedra y sillares bien trabajados:

(www.iaph.es/)

     Por lo que he visto en vías romanas que transitan por el batolito granítico del norte de la provincia de Córdoba, donde la dureza del sustrato permitía que en grandes tramos fueran una via terrea, era usual en los ingenieros romanos empedrar algunos tramos en pendiente cercanos a corrientes fluviales, como puede verse en la calzada que unía Eporai (Montoro) y Solia (Majadaiglesia, El Guijo); este tipo de obra está ausente en el puente del arroyo de Navalatienda.



     El camino del Armillat pasó en la Baja Edad Media a la red de caminos de la Mesta, pero parece una obra excesiva para que sólo pasara por él el ganado eventualmente, porque una cuestión básica es quién pagó la obra, por qué y para qué.
     Tampoco hay constancia de que en la Edad Moderna o incluso hasta comienzos del siglo XX las autoridades locales de Villanueva se plantearan realizar estas obras de infraestructura en caminos públicos. Según pude leer en el primer semanario de Villanueva, Escuela y Despensa, los arreglos realizados en los caminos hacia 1913-1915 eran amortizados por los propietarios de las fincas que se servían de él; considero que este puente sobrepasa las necesidades (y costes) de un propietario particular.
     Por eliminación queda por analizar la Edad Media, que es precisamente el tiempo al que se adscribe el camino del Armillat, donde se encuentra el puente. Para dirigirse desde el valle del Guadalquivir al centro de la Meseta, romanos y visigodos emplearon el camino de la Plata, pero al presentar graves problemas estratégicos (podía convertirse en una ratonera, como les ocurrió a los liberales de Villanueva de Córdoba y Pozoblanco que en 1835 fueron masacrados por una partida carlista en la Garganta, ya en la provincia de Ciudad Real), el califato cordobés construyó en el siglo X un nuevo camino a la medida de sus necesidades, el camino del Armillat. Discurría paralelo y a pocos kilómetros al oeste del de la Plata, igual de corto y rápido que él, pero tras abandonar la actual provincia de Córdoba al cruzar el río Guadalmez, salvaba las estribaciones de Sierra Morena por los puertos del Mochuelo y San Juan, y no por la Garganta y el Horcajo. El inconveniente que tenía es que, sobre todo para subir el escalón de la sierra desde el Guadalquivir, necesitaba de unas obras de infraestructura, especialmente puentes, que requerían un mantenimiento continuo. Mientras el gobierno de Córdoba fue fuerte y tuvo recursos este camino estuvo en uso, pero al colapsar el Califato el camino dejó de mantenerse para acabar abandonándose. Volvería a tener uso ya en el siglo XIV, formando parte de los caminos de la Mesta, como se ha comentado.
     El sistema de construcción del puente sobre el arroyo de Navalatienda es el usual de esta época: "En la Alta Edad Media, los puentes que se levantaban eran generalmente de vigas, con tablero de madera colocado sobre pilas de piedra o pilones de madera" (Jesús Ávila Granados, "Puentes fortificados medievales", La Aventura de la Historia 205, 2015, pág. 78). En este caso el tablero se apoyaba sobre unos estribos pétreos, que le conferían mucha mayor resistencia. Además, en ese punto el arroyo tiene un lecho de granito, sobre el que se podría levantar un pilar central de apoyo. Es una obra sólida, recia y práctica, sin grandes complejidades técnicas de construcción y fácil de mantener si se contaba con unas cuadrillas de obreros al uso de los antiguos peones camineros, algo que el Califato podía permitirse al ser su principal arteria para dirigirse al centro peninsular desde Córdoba..

     Así que hay un puente sobre un camino de al-Andalus, levantado según las técnicas de la Alta Edad Media, que no cuenta ni con la forma ni con los elementos de los puentes levantados en otras etapas, como la romana: parece evidente que se trata de un puente construido durante el Califato cordobés.
     Este verano Juanito fue a una actividad del Museo Arqueológico de Córdoba dirigida a los niños, en concreto "Un día en la corte Omeya". Les mostraban los distintos personajes de la corte, de los reinos cristianos que le época... así que como a Juan ya le sonaba algo este tiempo le comenté: "Por este puente pasó Abderramán III". "¿En una carroza?", me preguntó. "Probablemente, sí, pues era el monarca más poderoso de su tiempo" (además, las crónicas no lo describen, precisamente, como un avezado jinete). Esas actividades infantiles promovidas por el Museo de Córdoba son una maravilla para fomentar la "cantera", pero si puedes conocer el pasado "al natural", con verdaderos objetos y testimonios de los tiempos antiguos, (y con un absoluto respeto para con ellos) creo que se incentiva más la curiosidad de los pequeños, con la esperanza que de mayores conozcan y defiendan su patrimonio histórico.